jueves, 24 de marzo de 2011

SIN MEMORIA, EN EL “DÍA POR LA MEMORIA”


Es 24 de marzo, a 35 años de un día que marcó el esperado alivio, aunque eso mismo, en un país de situaciones por siempre encontradas, marcara el comienzo de una historia traumática, que aún hoy sigue generando polémica y dolor, en esa incomprensible paradoja que distingue a los argentinos de todos los tiempos.

Cuando en aquel 1976 sucedió lo que ocurrió, uno, por esas cosas incomprensibles de las que nunca se está definitivamente exento, sobre las 10 de la noche de la víspera del que es hoy el día “por la memoria”, debía emitir uno de los tres micro informativos que el Canal 3 de Trelew (una avanzada en los sistemas de cagle) ofrecía cada noche.

Fue entonces que, antes de cubrir los 150 metros que separaban al diario en el que era jefe de redacción, o algo así como lo que hoy se titularía como director periodístico (con todas las responsabilidades -de mañana, de tarde y la noche- que hacían a la cotidiana edición) y el canal de televisión, los cables que venían por la teletipo, daban claro indicio sobre la inminente caída del desgobierno de María Estela Martínez de Perón, o “Isabelita”, para decirlo comúnmente.

Por eso, en el segundo noticiero de la jornada, la novedad excluyente fue aludir a ese hecho casi irreversible. Además, un llamado, pocos minutos antes, desde el Distrito Militar (ubicado frente a la plaza central de la ciudad y a escasos 150 metros del diario, pero en el sentido opuesto al del canal) convocaba a una reunión casi inmediata, a la que “debía” asistir como responsable del matutino “El Chubut”.

Fue el por entonces mayor Carlos A. Barbot, después devenido en jefe de Policía de la provincia, quien explicó, a grandes rasgos, que era lo que sucedería en la próxima madrugada. Fue así que, prolongando largamente la jornada del 23 en las primeras horas del 24, hicimos, como correspondía, la cobertura (junto al reportero gráfico) del cambio del gobierno provincial, en Rawson..

Simultáneamente, claro, la Junta militar asumía, por esas horas, el control del país, en Buenos Aires. Algo que, a los gritos o en silencio, según el espíritu de cada quien, se reclamaba para evitar la disolución de la Argentina como país. Era, sin duda, la expresión, paradójica si se quiere, de la voluntad popular por esas horas.

El 25 de Mayo, dos meses después de aquello, asistimos, en un luminoso mediodía chubutense, al más imponente del que tengamos memoria.

Nada presagiaba, y es muy cierto, aquello que, andando los tiempos, se convertiría en algo así como la larga noche negra de la Nación.

No se entiende, por eso, el significado real que tiene, cada año, lo que ha dado en llamarse el “día de la memoria”. Con absoluto respeto por aquellos que lloran, 35 años después, la desaparición de seres queridos (familiares o amigos) de los que nunca más supieron.

El gobierno, desatento a la historia, le adosó en este 2011, un complemento “sándwich” que se inscribe en lo que puede entenderse como un desatino más. ¿De índole turístico?. Es evidente que se eligió muy mala fecha. Falta, precisamente, memoria, en el “día por la memoria”. No puede sorprender, para nada.

L.M.S.