martes, 27 de abril de 2010

LA CIUDAD DE LOS ANUNCIOS, LOS RECONOCIMIENTOS Y LOS CONTRASENTIDOS

Camino del Bicentenario, todo lo demás puede esperar…

La novedad, conocida este martes (27), sobre que un centenar de eventuales pasajeros se quedaron (un día antes) sin el vuelo Aeroparque Jorge Newbery- Aroestación Civil Comandante Espora (Bahía Blanca); y que otros tantos, poco más o menos, tampoco pudieron abordar la máquina que los trasladaría desde aquí hacia la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, pone al desnudo la precariedad de ciertas cosas en la que alguna vez fue calificada, claro que tan sólo como un slogan publicitario, como “puerta y puerto del sur argentino”.

En rigor, pasados tantísimos años que ya no es posible recordar cuántos, la ciudad parece acercarse más a aquello de “chacra asfaltada”, a lo que se aludió –y fue tomado como afrenta por entonces– desde una revista metropolitana. Con un agravante: una alta proporción de sus calles, otrora pavimentadas, ya casi no lo son, en la práctica y no virtualmente, porque constituyen una extensa muestra de baches (cráteres) o de trampas para los circulantes, cualesquiera sean los medios a través de los cuales se movilizan.

Mientras eso ocurre, se suceden los anuncios: “¡se pavimentarán… cuadras!”; y no se sabe si son las mismas a las que se aludió en una pomposa campaña electoral con la presencia del entonces presidente (hoy diputado nacional) Néstor Kirchner. Ya no hay siquiera un punto de referencia que permita saber si lo que se hará es lo que se prometió antes o resulta el anticipo de un nuevo plan cuando no se cumplió el anterior y que todo hace suponer que será uno más que tampoco se llevará a cabo.

En aquello que comentamos al principio, por otra parte, parece haber de por medio algún augurio un poco peor. En tanto y en cuanto, por efecto del avance del año calendario, camino del invierno, se comenta que ya no habría, por unos tres meses cuanto menos, vuelos vespertinos (y mucho menos los del anochecer), ni de ida ni de vuelta.

Entonces, la aeroestación verá limitado su movimiento a un vuelo diario (quizás su retorno), en horas de la mañana, por la falta del balizamiento exigido por las normas, algo que paradójicamente, como si no hiciera falta o fuera un detalle menor, no estuvo contemplado en la polémica remodelación de la estación aérea local, pomposamente inaugurada. Eso, claro, sin contar con el añadido de los reclamos que andan sueltos por allí, por obras impagas, de las que nadie se hace cargo.

¿Hace falta recordar, además, que se esbozó un plan de incremento de frecuencias aéreas (para distintos destinos) sin que siquiera, como paliativo, hayan podido mantenerse adecuadamente los pocos servicios que estaban en la rutina tiempo atrás?. ¡Para qué!.

Otro tema bastante parecido es el de la “nueva”, pero ya bastante deteriorada” terminal de ómnibus. Allí, en poco tiempo más, según van las cosas, los que esperan (tanto la llegada como la salida de algún “micro”) no tendrán más remedio que consumir algo en la confitería del lugar si desean permanecer sentados en la estación. Dicho esto para no aludir a otras alternativas sin solución: diversos servicios no están concesionados; y, salvo error u omisión, la única ventaja, para los usuarios, resultaría ser no abonar peaje, en la playa de estacionamiento. Todo lo demás, se irá alejando, paulatina y progresivamente, de los mejores niveles de confort, si así puede definirse la cosa.

Repasados dos temas (aeroestación y sus vuelos, por un lado; terminal de ómnibus por otro), es bueno detenerse, por un momento, respecto del “nuevo” sistema de transporte público de pasajeros: el que vaticinaba la panacea (¿se acuerda?), apenas iniciado el 2009.

Por mucho que quiera uno extenderse, el tiempo nunca será tanto como el que demanda la espera de alguna unidad, en cualquier sector de la ciudad. Una de las tantas que puede tenerse en cuenta es “adivinar”, sólo eso, cuándo pasará algún micro de línea; y si llega, si podrá ser abordado como corresponde. Si eso sucede en “horas pico”, no sería para nada extraño tener que aguardar el siguiente “interno”, si lo hay, y si no se quedó, roto, en el camino.

Eso sí, en ese tema, también, habrá polémica que irá más allá de las reiteradas quejas de los usuarios. En el oficialismo, está planteada la discusión o la divergencia. Por un lado, Saúl Figueroa (ex concejal al que le “inventaron un cargo “ejecutivo” al completar su mandato; y que ahora dicen estaría a cargo de Tránsito y Transporte), habló de rescindir el contrato con Plaza. En cambio, la edil Soledad Espina, supliendo transitoriamente al ausente Cristian Breitenstein en el despacho mayor de Alsina 65, negó enfáticamente esa posibilidad. ¿En qué quedamos?.

Desde otro ángulo, y como si tal cosa, se abogó por declarar la emergencia en el sistema. ¿Años de espera para cambiar; y se resolvería la cuestión en 15 días?. Y ahí cabe un interrogante, no pocas veces formulado, pero sin respuesta válida: ¿cuándo el parlamento lugareño, largamente, tuvo el tema en sus manos, qué recaudos adoptó para evitar, siquiera, el eventual fantasma de un fracaso?. Y que no vengan, ahora, los representantes del pueblo, a decir que no podían hacer futurología o acudir a la “bola de cristal”. Caos, crisis y afines, el que sufre es el usuario. Y como está visto, ni ediles ni ejecutivos utilizan para movilizarse el sistema público de transporte de pasajeros. ¿O acaso son usuarios dotados de toda la paciencia y un poco más?.

Agua: ¿por qué mencionarlo, si pasó el verano?. Bastaría preguntar a vecinos de una amplia zona, que ha incluido, entre otros, a sectores de Villa Rosas, Villa Delfina, Loma Paraguaya, 26 de Septiembre, Vialidad, Rucci y Cáritas, qué les pasó en el último fin de semana. Eso si, sigue la publicidad por los medios, como si eso asegurara que, alguna vez y de esa manera, va a resolverse el problema de fondo.

Pero como lo de los ómnibus da siempre tela y volvió el intendente, de otro de sus viajes al exterior, al que parece tan afecto (aunque de muy poco sirven para la solución de las cuestiones de fondo que le preocupan a la ciudad y a su gente), hubo conferencia de prensa, este martes (27).

Allí, Cristian Breitenstein, disipó dudas (¿o las acentuó?) respecto del futuro del servicio público de transporte de pasajeros. Sólo admitió (como si la gente no supiera de qué se trata) que habría cuatro líneas con dificultades (¿un 25 por ciento por ciento nada más?) y puso énfasis, esto es, fue terminante, al consignar que la recisión del contrato sólo puede contemplarse como caso extremo.

En buen romance, alcanzó a definir que el público tendrá que seguir “aguantando” la precariedad de un servicio que exaspera a diario a los usuarios, porque cada mañana, cada mediodía, cada tarde y cada noche, según sean las urgencias cotidianas de cada uno (los chicos, incluidos, cuando se trata de la concurrencia a la escuela), se encuentran de frente a la realidad.

El Lord Mayor encontró una forma elíptica de justificar, en alguna medida, la postura municipal en la materia, al mencionar que rescindir el contrato (con el Grupo Plaza) “sería la ultimísima opción, ya que terminar el vínculo con la empresa significaría dejar a los bahienses sin transporte público”.

Al referirse al tema de las frecuencias (o su incumplimiento para mejor expresarlo) manifestó que “con mayor cantidad de unidades tendría que mejorar la prestación”. Pasándolo en limpio, algo como señalar que si no se hubieran llevado los colectivos todo estaría bien. O algo, según se mire, un poco peor: que se hayan quitado unidades del servicio se ha debido a roturas en los micros, provocadas porque no están preparadas para las calles de tierra.

“El transporte se modificó para mejorar; y con esa voluntad se tiene que seguir trabajando ahora para solucionar los problemas”, puntualizó el jefe del gobierno municipal. Entonces, ¿las empresas no contemplaron según qué pliego de condiciones se presentaron a la licitación?; o ¿esa la licitación del servicio, largamente debatida, con idas y vueltas, se hizo sobre una base equivocada?.

De todas formas, cambiando la imagen, porque no todas pueden ser pálidas, sobre todo cuando recién ahora el intendente está de retorno, hubo nuevos reconocimientos del municipio (¿o es la ciudad la que lo hace, abstraída de sus problemas cotidianos?) en vísperas del Bicentenario de la Patria.

Así ocurrió, este lunes (26), en el hall del Palacio Municipal, colmado. En ese acto, el gobernante volvió a poner de relieve que en esa instancia de su gestión es donde, al menos en apariencia, es donde mejor se mueve. Es buen anunciador, cuando anticipa obras; “discursea” atinadamente cuando el protocolo exige algunos párrafos para tocar el lado sentimental de la gente. Llegan los “200 años”. Después, vemos…

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