sábado, 4 de octubre de 2008

LA PARROQUIA SANTA TERESITA EN SU FIESTA

En otros tiempos, allá por fines de los ’40 y buena parte de los ’50, la parroquia Santa Teresita del Niño Jesús era, virtualmente, algo así como nuestra segunda casa.
Sólo la familia prevalecía. Después, antes que la escuela misma, estaba la comunidad parroquial, de la que formábamos parte integralmente. Es por eso que quedó grabada en la memoria y el corazón. Es por eso, también, que cada vez, en cada tiempo, retornamos a ella, aunque los caminos de la vida nos hayan llevado por otros lugares.
Hace algunos años, como volviendo cada vez, pero un poco más, nos reencontramos con las fiestas patronales. Y allí estamos, cada 1 de octubre o cada uno de los días en que la parroquia convoca.
Estuvimos el pasado miércoles (1), cuando monseñor Pedro Laxague, sencilla pero muy elocuentemente, habló de la santa patrona y como ella procuró el “camino más corto” para llegar al Señor. Y lo explicó muy bien.
Este sábado (4), fue monseñor Horacio Fuhr quien ofició la misa, ante un templo (el mismo que desveló al querido padre Mesquida en pos de su construcción) a pleno.
Hubo un instante que no podemos sino resaltar. Momentos antes se evocó a Agnes Lazzarini, cuyo nombre se impuso a las aulas parroquiales. Merecido homenaje, que se ganó con su vida ejemplar. Fue la catequista por excelencia; la que nos preparó para la primera comunión, sí, ¡60 años atrás!.
Por si hiciera falta, ese hecho volvió a explicarnos por qué razón, aunque pasen los tiempos, la parroquia Santa Teresita, que tiene ahora al joven padre Roberto como guía, siempre está. Como antes; como en toda la vida. Allí “aprendimos” la fe.

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