martes, 15 de diciembre de 2009

POLÍTICA “CHICA” DEL PAGO ¿NO TAN CHICO?

No es fácil resumir casi un mes de la actualidad político institucional, tan cambiante como es. Como transcurrió casi ese tiempo entre nuestra entrega anterior (204) y la presente (205), matizado el intermedio entre esas ediciones con las entradas a los blogs de la “revista de café”, procuramos hacer, de alguna manera, una prieta síntesis de hechos ocurridos.

Nos asiste una ventaja, si así se nos permite expresarnos, que consiste en que, aunque ha habido ya un recambio parlamentario en el ámbito lugareño, los mismos temas siguen sobre el “tapete”. Uno, el servicio de transporte público de pasajeros, cada vez peor y preanunciando ¡reformas! cuando todavía no hace un año que se implantó la modalidad que iba a constituirse poco más o menos que en la panacea para los usuarios (principales destinatarios del “denodado esfuerzo de funcionarios y ediles”, durante un larguísimo año previo).

Otro, el agua, cuya falta agiganta el fantasma que, a favor de la carencia de lluvias abundantes y la imprevisión manifiesta (aunque el gobernador Scioli haya dicho todo lo contrario), cierne sobre la ciudad, cuando arrecian las altas temperaturas camino del inminente verano (el del calendario; el real ya está aquí con el rigor del mercurio).

Más: la falta de recursos (los de aquí; los que vienen, ¿o no?, desde otros niveles), que acentúa la discotinuidad de obras muy promocionadas pero malamente llevadas a la práctica.

El caos: ¿dónde?, en las calles, sin ir demasiado lejos, porque cuando se intenta pasar por algún sector, del microcentro o un poco más lejos, lo habitual es encontrarse con cortes no anunciados; y todos los embotellamientos habidos y por haber. Porque lo que está abierto (o no) al paso a la mañana, no lo está a la tarde. Y conductores, en vehículos de todo tipo, “arrancan” (hartos ya) para cualquier lado, siguiendo la mano o contra mano, huyendo de un riesgo mientras que generan otro. Pero el CUIM, cuya conducción se reserva siempre para algún iluminado teórico que discurre mucho por los medios pero que en la práctica no ejecuta lo que dice conocer, brilla por su ausencia. Porque, ni siquiera, frente a eventos programados u obras que se saben en marcha o en camino de ejecución, pero no lo suficiente como para generar la presencia de inspectores, hay un ordenamiento o alguna previsión que alerte al público (¿para qué?, ¡que se arregle como pueda cada uno!, porque de seguro, hará motivo válido para registrar alguna infracción y ¡plin caja!.

El viaje de la polémica: sigue la historia (que no hay que minimizar ni ocultar, sí) pero ¿qué resolverá?, después de tantas idas y venidas. ¿No hay acaso temas prioritarios para resolver, en lugar de la política de la “chicana” constante?. Con todo respeto, porque sabemos que hay quienes escudriñan en ése, pero también en otros temas más esenciales.

Sin embargo, detenerse en esa cuestión no parece la mejor forma de utilizar el tiempo pleno que la ciudad cree que destinan los ediles durante el período de su mandato legislativo. Hay nuevos ocupantes de los escaños (después de prestar el juramento la semana anterior) y bueno sería que, a impulso de la nueva camada de parlamentarios lugareños, cambie el clima, aprovechando además que se utiliza un recinto nuevo, después de larga espera.

Pese a ese nuevo espíritu y como quedan quienes vienen de mandatos anteriores, no es totalmente esa la tónica. Y se insiste en la cosa. Incluso han aventurado (y algunas señales tendrán) que, con expediente de por medio o sin él, habría habido sobre mitad de año, en plena crisis de la “gripe A” un par de viajes consecutivos, dicen que hacia los Estados Unidos, que habrían demandado unos cuantos días (con algún intermedio fugaz entre ellos, como para no caer en una transgresión perceptible). Caso serio, sí, de resultar cierto lo que se maneja como trascendido.

Si hay cosas que enervan más que eso de los viajes. Y sí, como por caso que, vencido algún mandato (que tuvo más de un período por otra parte) en el Banco de la Provincia de Buenos Aires, se haya hablado de “contener” a algún director (mandato cumplido) otorgándole, como si fuera una obligación, otro cargo público, para que siga revistando (hay quienes llevan algo así como 26 años en ésa) con total dependencia, en este caso del estado provincial, en rojo fosforescente de sus cuentas, por otra parte.

¿Cómo es eso?. Porque se habla mucho de inclusión social, respecto de aquellos más desprotegidos. Pero, que un ex director del Bapro, deba ser ubicado en alguna función ejecutiva del gobierno bonaerense, ¿tiene acaso algún asidero que no sea la especulación político (electoral) de siempre?. Porque, tanto se concede, tanto se obliga a futuro. ¿O no es así?.

Esto trae a cuento, un suceso menor. Semanas atrás, al habilitarse el nuevo local de la OMIC, en la antesala, un funcionario que supo revistar en el HCD, invitaba a algún circunstante a conocer “su nueva oficina”, en Vieytes 50. Clara demostración sobre que, antes de irse a la Cámara Baja de la Nación, el inefable Juan Pedro Tunessi había ubicado ya a su ex secretario privado en algún lugar la notoria OMIC. Es decir, en lo más grande y aún en lo más chico, el dispositivo ha sido, es y seguirá siendo el mismo. Y son situaciones, no cabe duda, que el público en general no conoce. Sabiéndolo, en los distintos niveles pero mucho más en aquellos que no tienen acceso al conocimiento pleno de lo que ocurre a diario, “no caería para nada bien” ese tipo de “ejemplos”.

Y en marcha con el mismo tren (aunque este sistema de transporte no sólo sea a esta altura obsoleto por demás y sino sólo utilizado por quienes no tienen otra alternativa) hay otro caso digno de ser tenido en cuenta: Juan Leiva (ex edil) termina de ser designado secretario privado del intendente municipal. ¿Será acaso porque es uno más acostumbrado al erario público o como retribución de atenciones porque se negó a llevar la denuncia a la fiscalía sobre el sonado caso del polémico viaje?. Ni siquiera las apariencias se salvan: terminó aquí (Estomba y Sarmiento); sigue allá (Alsina 65). ¡Por favor!.

Otro sí digamos para la historia sin fin: Hugo Borelli (todo cargo “le cae bien”), cambió otra vez de sillón, dejando el de Economía para ir al de Gobierno. Experto en todo el hombre, se ha pasado los últimos años cambiando de oficina. ¿O será que añoraba aquella que hizo remodelar a su antojo años atrás?.

¿Cuál es la buena, si la hay, en este recambio?: que se ha sincerado, aunque tardíamente, la situación de Federico Weyland. Finalmente, renunció a su banca de concejal (elegido en el 2007), para quedarse al frente del Instituto Cultural de la ciudad. Esto, seguramente, disipará alguna inquietud puesta de manifiesto por otro edil, en este caso Oreste Retta, preocupado en su momento por la incertidumbre que debía afectar a Esteban Usabiaga ante la falta de certezas sobre el camino a seguir por Weyland, de quien era y seguirá siendo relevo natural (Usabiaga) en el HCD.

Pero como siempre tiene que haber, aún en estas lides (tan proclives a consensos “de la boca para afuera”), algo que motive, está la incipiente polémica sobre las modificaciones al código contravencional. Los concejales Esteban Obiol, Alejandro Curino y María José Romero “cargaron” contra el ahora presidente del deliberativo local.

Repudiaron los ediles dichos de Marcelo Ciccola en torno a los derechos individuales y garantías constitucionales que se verían conculcados en caso de avanzar la instrumentación de las nuevas normas propuestas por el ejecutivo bonaerense. Le reprocharon que no mida las “terribles consecuencias” que esa cuestión acarrearía. El tema es serio, no caben dudas. Aún así, ¿será para tanto?, pues, quizás, se hayan magnificado las implicancias de la postura ahora reprochada. Dará tela, seguramente.

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