domingo, 10 de octubre de 2010

SERVICIO CÍVICO VOLUNTARIO: UN DESAFÍO PARA LA SOCIEDAD

Escrito por el doctor Martín Salaberry, abogado, para PALABRAS CLARAS, periódico digital.

La reciente aprobación de la Cámara de Senadores de la Nación del Servicio Cívico Voluntario (SCV) –proyecto impulsado por el ingeniero Julio Cobos- viene a poner en debate y, lo más importante, a afrontar una realidad conocida por todos pero esquiva a la hora de la instrumentación de políticas públicas concretas.

La Argentina presente cuenta con un sistema educativo que debe ser repensado integralmente pues por múltiples causalidades existen alrededor de setecientos mil chicos fuera del mismo –no estudian y además no trabajan-. Un número que abruma si se piensa es similar a la población completa de provincias como San Luis o San Juan. A su vez, estudios universitarios revelan que uno de cada cuatro chicos de 18 a 24 años no tiene el secundario completo.
Mucho se escribe y habla, a veces con cierto dejo de hipocresía, sobre la situación de vulnerabilidad o "de riesgo" en que se encuentran dichos adolescentes; lo cierto es que poco se hace para modificarlo.

Es la nación profunda, lacerante, la que duele, aquella que debemos atender en lo inmediato.

Por lo general se aborda la cuestión, y muchos recuerdan esta realidad, cuando algún adolescente está involucrado en algún hecho delictivo de gran difusión. Otro tanto se dice sobre pérdida de valores, de la cultura del trabajo, de la necesidad de reinsertar a los chicos que están en la calle y deberían estarlo en la escuela.

El Estado tiene el deber indelegable de diseñar políticas educativas que incluyan, formen, capaciten e integren a los jóvenes que por diversas causas no han continuado sus estudios -sea nivel primario o secundario-.

Justamente esto es lo que procura el Servicio Cívico Voluntario (SCV), cuya idea central radica en poner a la educación como eje de las políticas sociales, superando y transformando planes meramente asistencialistas –y a veces clientelistas- por otros que promuevan la educación y capacitación para el trabajo.

Nuestro país necesita tanto a soldadores, carpinteros, herreros, torneros – por citar algunos - como a universitarios. La enseñanza de oficios – tan denigrada en la década del 90 hasta la supresión misma de las escuelas técnicas –, la capacitación y la educación en general han sido – y son - el verdadero progresismo en la Argentina, lo que nos permitió una movilidad social ascendente única en América Latina. Las posibilidades de salir de la pobreza y la exclusión aumentan en forma proporcional al nivel educativo alcanzado.

El proyecto –que ya fue aplicado en Mendoza– busca insertar en el sistema educativo y preparar para el mundo del trabajo a miles de jóvenes que han abandonado sus estudios y no trabajan; expuestos así a los peligros del alcohol, las drogas y el delito.

Para ese fin se brinda terminalidad educativa, capacitación en oficio y educación en valores a chicos de entre 14 y 24 años. Es decir, un programa educativo dependiente del Ministerio de Educación cuya implementación, coordinación y dictado de los cursos está a cargo de docentes. El programa es voluntario, aunque se incentiva su ingreso mediante una beca que triplica el monto de la Asignación Universal por Hijo. La beca es para estudiar, aprender y formarse.
El objetivo es la aplicación de un sistema de educación complementario e incluyente; para poder brindar una mejor capacitación en oficios primero debe existir una sólida formación básica en ciencias, matemática y lenguas.
El dictado de los cursos se realiza en cualquier instalación que ofrezca el espacio y la infraestructura adecuada - Centros de Capacitación, clubes, asociaciones civiles, iglesias, e incluso en instalaciones ociosas de las fuerzas armadas -. Esto último ha generado una serie de prejuicios, muchos de ellos producto del desconocimiento, de la intencionalidad política o bien porque se adopta una actitud conservadora sin comprender que las instituciones deben abrirse a la sociedad y adaptarse a los nuevos tiempos y a las necesidades de la Republica. En definitiva, se trata de utilizar todas las instalaciones –ociosas- del Estado al servicio de la educación y el trabajo. En la experiencia mendocina las actividades se desarrollaron en los Centros de Educación Básica de Adultos y en los Centros de Capacitación para el Trabajo vinculando uno con el otro.

De hecho en la actualidad funcionan escuelas técnicas en las instalaciones de la Fuerza Aérea, como es el caso de Mendoza y Entre Ríos.

En Mendoza se demostró que los chicos entre 18 y 21 años han sido los que más utilizaron el programa. Del total de inscriptos representaron un 85 % de la matrícula. A su vez, el ingreso de jóvenes se incrementó considerablemente año a año pasando de 922 alumnos en 2005 a unos 2.218 en el 2007, promediando un 65 % la terminalidad –jóvenes que completaron el curso-. Concluida la capacitación e instrucción se efectúa un servicio solidario - puede consistir en la realización de arreglos de carpintería metálica en escuelas o donación de los elementos construidos en los talleres por ej. - mediante el cual se hace hincapié en los valores.

En nuestro país existen demasiados diagnósticos y ni que decir de discursos encendidos sobre la igualdad. Ello, quizás, porque es más sencillo realizar un análisis cuasi filosófico sobre el "deber ser" que operar sobre la realidad, dura y difícil, para intentar modificarla.

Sin embargo, se necesitan soluciones creativas y concretas. El progresismo no debe ser enunciativo, y el bienestar y la inclusión deben ser una de sus prioridades.

Los jóvenes de hoy –sobre todo los que están en situación de riesgo- esperan una nueva oportunidad.

Fuente: www.palabrasclaras.com

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