jueves, 28 de agosto de 2008

VILLARINO Y ALGO QUE SE HIZO COSTUMBRE

Además de los vientos nada saludables, políticamente hablando, que soplan por Villarino, hay situaciones (otrora criticadas) que se han tornado una costumbre cotidiana.
No es de ahora que los automotores parecen ser un “botín” que se toma no bien se asume un cargo público.
Hay excepciones que justifican su uso fuera del horario e incluso del ámbito para el que, por obvias razones, están dispuestos.
Cuando se reside fuera de la ciudad cabecera, hay que ingeniárselas para los traslados, desde el domicilio habitual a la sede municipal (Médanos). Pueden ocurrir circunstancias especiales (reuniones fuera de horario habitual; funciones extra horario de ventanilla; y algunos etcéteras) que obliguen a trasladarse en vehículos oficiales a otras localidades del distrito. Todo tendrá debida explicación y no habrá por qué rasgarse las vestiduras ante determinados casos.
Puede suceder que un elevado número de funcionarios no resida en Médanos y sí en otros lugares de Villarino (algo incluso deseable desde el punto de vista de la siempre polémica presencia de ejecutivos llegados desde Bahía Blanca, por citar lo más normal a través de toda la historia).
Si ya como norma general el ir y venir, diariamente, desde Pedro Luro, Hilario Ascasubi y Mayor Buratovich, se hace inexorablemente en unidades automotores del municipio, la cosa parece cambiar, cuanto menos, de color. Porque, hasta lo que se sabe, directores, subsecretarios o secretarios (por citar algunos ejemplos de rangos jerárquicos) estarían percibiendo el 30 por ciento que se otorga por dedicación exclusiva. A un haber orillando poco más de 3.000 pesos, eso significa unos 900/1.000 nacionales más. A mayor nivel, un poco más.
Entonces, ¿hay razón para que dichos funcionarios, inequívocamente, se “muevan” con vehículos municipales?. Se nos ocurre que no. Y bueno sería que se explique cuál es la mecánica en base a la cual eso se ha tornado habitual.
Valga una acotación, porque “veríamos venir” alguna pulla, de esas que nunca faltan.
Alguna vez, entre los años 2003 y 2006, cumplimos gestiones públicas en Villarino (en la función privada anduvimos por allí poco más de 30 años, usando siempre el vehículo propio, como correspondía). Transitamos a toda hora, largamente, los caminos del distrito, diariamente. Y por la tarea extendida en Bahía Blanca (Casa de Villarino y enlaces con los medios periodísticos de la ciudad), utilizamos comúnmente el Fiat Uno asignado al área de Prensa, Cultura y Ceremonial, hoy identificado con el número 35.
No faltó quién, fotografiando el vehículo de marras en el largo feriado de la Semana Santa 2006, que incluía numerosas actividades que debíamos atender en Villarino, se permitió formular algún tipo de denuncia.
O mucho cambiaron las cosas, de un tiempo a esta parte, o hay algo que no se está haciendo como es debido. Y si no fuera así (deseable actitud) bueno sería que se explicara. Por una cuestión de saludable transparencia. La que espera la gente.

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