domingo, 28 de junio de 2009

¡VOTAR!: ESE GRAN DERECHO, QUE TAMBIÉN ES UNA OBLIGACIÓN


Ultimo domingo de junio: sí, una fiesta cívica, ¿por qué no?.

Polémicas por anticipadas en cuatro meses y por candidaturas testimoniales, las elecciones de este domingo (28), en medio de la epidemia de gripe A y en pleno Invierno (contra la costumbre de tener la convocatoria en Primavera), son una nueva oportunidad para que el pueblo decida, como cada dos años.

Son las legislativas (se nominan concejales, consejeros escolares, diputados provinciales y diputados nacionales en el ámbito que nos toca) que establecen, a mitad de camino de los períodos ejecutivos de gobierno, un punto de inflexión (se diría que casi un alerta) para cuando, ya en el 2011, toque el turno de renovar intendentes municipales, gobernador provincial y presidente de la Nación.

Mucho se ha debatido acerca del sentido de la oportunidad del anticipo de la fecha (con visos de maniobra gubernamental) y se ha discurrido acerca de las postulaciones que encierran, en sí mismas, no poca falta de respeto de los postulantes que en la gran mayoría de los casos, salvo honrosísimas excepciones, saben de antemano que no ocuparán sus bancas en el caso de ser elegidos. Afortunadamente, no es lo que se ve por estos lados.

Aún desde el rechazo que las postulaciones de esa naturaleza generan, la ocasión que la jornada comicial brinda es inequívocamente aprovechable. Para hacer notar la disconformidad pública, si así se lo estima, desde la óptica de cada uno de los ciudadanos. O para avalar cursos de acción, si se está de acuerdo con lo hecho.

Sin embargo, y dejando de lado la discusión que ese tema en particular ha despertado, estamos ante una nueva instancia democrática. Tenemos la obligación de votar y el derecho de hacerlo para ayudar, de esa manera, a cambiar el rumbo que podemos estimar equivocado.

No pocas experiencias indican que, pese a las críticas, suelen ganar los que están gobernando. Hay excepciones, que suelen ser motivados por casos particulares, de cierta ascendencia localista, que también incide a la hora del sufragio.

Lo válido es que, más allá de la indiferencia que se proclama (o el margen de indecisos que revelan las encuestas), hay, en este domingo 28, una nueva ocasión de decidir, por las propias, en la intimidad del cuarto oscuro, a solas con el pensamiento de cada uno.

Después de las 6 de la tarde, y cuando avance el anochecer, paradójicamente, se irá develando la incógnita y habrá luz acerca de lo que deparará el futuro para los dos próximos años.

En la madrugada de este domingo (28), la ciudad quieta parecía alejada del ajetreo del comicio. Seguramente el paso de las horas (mientras comienzan a conocerse los pormenores clásicos de los días de elecciones: gente que fue temprano; escuelas abiertas; militantes presurosos en función de fiscales; consultas de última, y muchas cosas más) le pondrá ritmo a la compulsa, en un día que, extrañamente, asomó como gris y casi destemplado.

No se vaticina sol para el resto del domingo. Anochecerá temprano (propio de la época) y habrán caído las primeras sombras cuando todavía algunos estén esperando “en la cola” de alguna mesa.

Lo importante, de todas maneras, será que Juan Pueblo dejará su insondable verdad en un pequeño sobre metido en una urna. Que encerrarán en su conjunto, se sabrá cayendo las últimas horas de la víspera de San Pedro y San Pablo. Junto a muchas ilusiones quebradas, habrá papel en cantidad suficiente y mucho más como para avivar la tradicional fogata. ¿Se acuerda?.

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