jueves, 27 de mayo de 2010

EL DISCURSO DEL INTENDENTE BREITENSTEIN EN EL BICENTENARIO




Queremos entre vos, ustedes y nosotros hacer una ciudad en la Patria y lo estamos haciendo, dijo el jefe comunal.

El intendente municipal, doctor Cristian Breitenstein, presidió, el pasado martes (25) –dijo la gacetilla- el acto oficial por el Bicentenario de la Nación Argentina.

El siguiente es el discurso completo pronunciado por el jefe comunal y difundido a través de la oficina de prensa:


Hoy es un día muy especial para todos nosotros. Estamos cumpliendo y celebrando 200 años como Nación. 200 años que nos implica y nos implicó una serie de acontecimientos, de celebraciones, de reflexiones sobre el origen de nuestra Patria.
Origen que como ya sabemos, se dio en un contexto determinado; un contexto donde hace 200 años, revoluciones previas a la nuestra en el ámbito internacional, plasmaban la vocación de libertad y de igualdad.

La revolución inglesa, la revolución norteamericana de 1776, la revolución francesa en 1789, prepararon los aires de una mayor libertad, de una mayor igualdad de los pueblos.
En ese contexto, también poderes hegemónicos a nivel internacional luchaban por el poder del mundo.
Y luchaban como lo hacen hoy, con distintas armas, distintos mecanismos, distintos medios.
Por eso Inglaterra, Francia y España de alguna manera eran los dueños del sistema planetario.

Nos tocó un acontecimiento especial e inesperado en aquella época que era por un lado la independencia de los estados americanos del norte; por otro lado las
revoluciones europeas y paralelamente y en el transcurso del tiempo, ya cerca de 1810, la invasión de Napoleón a España hizo que el rey Fernando VII cesara en su poder y quedara el virreinato temporariamente disuelto o a la espera de la resolución de lo que ocurriera en esa guerra, en ese acontecimiento.
Ante esa oportunidad inesperada, en un lugar lejano a la capital del virreinato, una ciudad en lo que luego iba a ser nuestra nación, decidió convocarse para discutir qué destino iba a seguir.

Estaba en crisis nada más y nada menos, quien reinaba estas tierras y existía una posibilidad: la posibilidad de darse una oportunidad y barajar de nuevo el propio destino.
Era una aldea, o una ciudad, mucho más pequeña que, probablemente, cualquier barrio o el barrio más pequeño de la ciudad de Bahía Blanca.
Sin embargo, se organizaron los dirigentes, se organizó el pueblo y fundamentalmente se organizaron los vecinos.
French era cartero; Beruti era un empleado público. Eran vecinos comunes y corrientes que no solamente ofrecían escarapelas sino que además llevaban armas para defender al pueblo.
Y ese distintivo, el de las escarapelas, era el distintivo que identificaban a los que estaban a favor de una mayor autonomía, de una mayor libertad, y los
tenían perfectamente individualizados, para que en el ingreso a la gran asamblea del Cabildo no haya confusiones y se sepa en qué sentido debía tomar la decisión.

Me parece que de esa etapa podemos sacar algunos hechos que son notorios: primero, que la historia es una secuencia de actos o de acontecimientos de dominación por un lado, de ejercicio de poder y también de emancipación por otro. Y eso es una secuencia que se reitera y se repite a lo largo de la historia.
Segundo, que en esa secuencia se dan oportunidades, se dan posibilidades, a veces de dominar y a veces de dejar de ser dominados.

Y en ese sentido, esos vecinos se organizaron, se juntaron, tomaron decisiones sin importar lo que implicara o vendría en el futuro.
Es decir, actuaron sin ser conscientes reales de lo que estaban haciendo en ese momento, sino simplemente, pensando que hacían lo que el momento marcaba.
No pensaron que iban a constituir una nación en una aldea tan pequeña, tan chiquita, cuando la propia capital de virreinato estaba más lejos, cuando era
realmente una sede más de contrabando y de comercio ilegal.
Sin embargo, actuaron. Aprovecharon la oportunidad, no pensaron en la certeza del futuro, sino en las incertidumbres que el futuro planteaba.
Y esa acción no tuvo resultados rápidos porque la nación no se constituyó inmediatamente, no se constituyó en 1810.
Tampoco se constituyó en 1816. Recién en 1853 se organizó jurídicamente la nación y en 1860, Buenos Aires termina incorporada a la Confederación de Provincias Argentinas, constituyendo la República Argentina, tal
cual como jurídica y constitucionalmente la conocemos.
Pasaron 50 años de luchas civiles, de muertes, de muchos intereses en pugna desde aquel 1810.

Sin embargo, esto empezó en una pequeña aldea, en un pequeño barrio, en una pequeña ciudad.
Bahía Blanca, en el Bicentenario del país, es una gran ciudad; quizás sea una aldea dentro del contexto mundial y tiene, al igual que esa ciudad de Santa María de los Buenos Aires de aquella época, oportunidades.
Tiene fortaleza, tiene debilidades; también tiene algunas amenazas.
Pero es interesante tratar de leer y de comprender qué contexto nos toca de alguna manera gestionar, vivir y administrar.

Bahía Blanca tiene características especiales que la han distinguido, que la distinguen en una nación que ya está organizada.
Con muchos problemas, con muchas cosas irresueltas, con muchos deberes por hacer, pero que finalmente tiene su nivel de organización.
Esta ciudad pretende y ha pretendido desde algunos años, generar y generarse como un cambio y como una renovación en el ámbito de las ciudades argentinas.
Es una ciudad que gestiona en forma asociada en sus niveles públicos y privados y también con los medios de comunicación.
Pretende tener un proyecto de ciudad autónoma recuperando aquel viejo ideal de la provincia nueva en el cual todos nos unimos dentro de una gran región que
es el sudoeste bonaerense.

Pero a su vez integrándose con la provincia, con la nación y con el mundo. Autonomía no es sinónimo de aislamiento; tampoco es contradictorio con la integración.
Los pueblos y las ciudades del mundo y los países se integran en forma permanente y tienen diferencias y esas diferencias y conflictos hacen que se vuelvan a enemistar y a constituir nuevas integraciones.

Bahía no puede estar al margen de esas integraciones, pero tiene que hacerlo a partir de un fortalecimiento de sus propias características, de su autonomía, de su regionalización y su responsabilidad en el sudoeste de la provincia de Buenos Aires. Decía que Bahía tiene fortalezas: tiene un polo industrial que lo caracteriza; tiene un polo universitario que es de los mejores de Argentina conjuntamente con un centro cultural que es importantísimo a nivel nacional.
Tiene un puerto que es de los principales de nuestro país y nuestra provincia. Está enclavada en un sector agrícolo ganadero productivo, que tiene que recuperar aquello que siempre fue motor productivo de la provincia de Buenos Aires y del país.

Es claramente, una ciudad industrial, una ciudad con un recurso humano que la distingue y con un recurso calificado que nos hace ser distintos; ni mejores ni
peores que otras ciudades.
También tiene debilidades. A veces tenemos una vocación imperiosa por la resistencia a los cambios, a veces nos exceden las críticas por sobre las propuestas; a veces el escepticismo nos mira, el mejor de los optimismos.
Tenemos algunas amenazas: Bahía tiene que lograr generar acuerdos que se mantengan en los medianos y largos plazos para no estar retrocediendo, para no entrar en la lógica de los esquemas pendulares donde se va hacia un lado, hacia un extremo o hacia otro extremo indistintamente, apoyados por las propias sociedades.

Tenemos que encontrar un rumbo justo donde transitar e independientemente de quien gobierne, y administrar ese rumbo con la mayor firmeza.
Pero Bahía tiene indudablemente, oportunidades. Y el contexto mundial le da una oportunidad importantísima, que estas ventajas competitivas que tiene esta ciudad y esta región, no las tienen otras.
Esto implica una responsabilidad importante con la provincia, con el país, pero fundamentalmente con nosotros mismos.

Sin embargo en toda esta historia y este relato del Bicentenario, del país y de la ciudad, hay una sola persona que puede hacer factible, posible y seguro que
Bahía sea una ciudad integrada hacia afuera y también hacia adentro, que Bahía sea una ciudad integrada e inclusiva donde se equilibren las asimetrías existentes.
Hay una sola persona que puede asegurar que Bahía sea una ciudad autónoma, que Bahía potencie su fortaleza y de alguna manera, fortalezca esas debilidades que a veces nos acosan y las deje reducida a la mínima expresión. Hay una sola persona y esa persona es usted.
Es usted: el vecino común y corriente que igual que en aquella oportunidad de 1810, tomó la responsabilidad de su destino.
Esa persona es usted. Aquella persona que toma un arma para protegernos y que por eso viste hoy un uniforme de soldado o de policía.
Esa persona también sos vos: ese chico que sueña con ser un servidor público, ser un policía y un soldado.
Esa persona es usted que es médico y que en pleno conflictos, decide todos los días apuestas por atender a la gente y solucionar su problema de salud; y esa
persona sos vos que está estudiando medicina porque quiere, algún día, curar a la gente.
Esa persona es usted que es juez y que en el medio de tantos conflictos, dirime conflictos; esa persona sos vos que estudia derecho porque cree en la justicia.
Esa persona es usted que está jubilado, que transcurrió toda su vida trabajando, atravesando todos los niveles y problemas que ha generado esta sociedad, pero sin embargo, ahora que está jubilado, decide participar en un voluntariado ayudando a gente que lo necesita.
Esa persona sos vos, que vas a ser mamá o papá y que vas a hacer abuelos a tus padres que alguna vez van a ser jubilados.
Esas personas son los descendientes de colectividades, mucho de los cuales enarbolan las banderas de sus padres o de sus abuelos; y esa persona sos vos: que está bailando el pericón y sus fiestas tradicionales, recordándole que somos partes de esta misma tierra y de estas mismas raíces.
Esa persona es usted que con tantas desilusiones y desencantos decidió igual poner la bandera delante de su casa. Esa persona sos vos, que con todas las ilusiones y toda la esperanza pusiste la bandera.
Esa persona es usted que es periodista y que informa y que trabaja todos los días para mostrar lo que pasa en una ciudad. Esa persona sos vos, que estudia periodismo y que algún día sueña con comentar un mundial o informar y decir la verdad.

Esa persona es usted; esa persona sos vos, y entre ustedes y vos estamos nosotros.
Queremos entre ustedes, vos y nosotros hacer patria en la ciudad. La estamos haciendo.
Queremos entre vos, ustedes y nosotros hacer una ciudad en la patria y lo estamos haciendo.
Por eso, en este Bicentenario, yo les quiero decir a todos los vecinos de la ciudad de Bahía Blanca, ¡gracias!.
Gracias por levantar las banderas. Gracias por acompañarnos en estos festejos, en estas celebraciones; pero solamente les voy a pedir una sola cosa: que nunca,
nunca, nunca, ni usted, ni vos, bajen los brazos.
No bajen los brazos, levanten las banderas y el sol que está en medios de las banderas es el corazón de cada bahiense que con pasión, con entusiasmo, con esperanza, con sueños, le dice a la ciudad “feliz Bicentenario y le dice a la Argentina feliz Bicentenario”.

Nota del editor

“Esa persona es usted que es periodista y que informa y que trabaja todos los días para mostrar lo que pasa en una ciudad”. Tomamos, no al azar, este párrafo, que podría comprendernos (¿o no?, porque ni siquiera hemos recibido invitación para participar de los actos, algo que alegrará a más de uno de quienes están, día tras día, grabador o celular en mano, para emitir un mensaje monocorde, desde los ámbitos oficiales), para introducirnos, someramente, en el contenido del buen discurso del intendente en ocasión del acto central del Bicentenario en la ciudad.

No ahorró menciones el Lord Mayor, analizando el acontecimiento desde sus orígenes, con una elocuente descripción de las circunstancias que mediaron para la Gesta de 1810.

Tampoco lo hizo a la hora de referirse a cuánto tiempo demandó estructurar lo que es hoy nuestra Nación.

Ya en lo particular de la ciudad, dibujó un cuadro de situación, aludiendo a lugares comunes, pero enalteciendo las virtudes de esta Bahía Blanca, que las hay, sin duda.

Hizo, finalmente (la ocasión lo favorecía) un “fervoroso” llamado a ¿”todos”?, para consolidar el "Pago Chico", haciendo patria en la ciudad, con vistas a su futuro. Sería deseable que, aquello planteado sólo como una expresión de deseos que nunca está de más, se lleve a la práctica, para que la participación unánime de la sociedad fortalezca el desarrollo de Bahía Blanca en todos sus aspectos. Sin exclusiones, además.

No hay comentarios: