viernes, 2 de mayo de 2008

EL DEPORTE Y SUS ALERTAS ROJAS

Nada que suene a demasiado nuevo, aunque lo sea en apariencia, se ha conocido en el ambiente deportivo de la ciudad. Hasta lo que se sabe, Estudiantes, entidad a la que nadie discute su prestigio, cimentado en el básquetbol, en una trayectoria que ha llegado ya a 90 años, estaría en camino de vender su plaza de Liga Nacional.
Cuanto menos, notificaría esa decisión, el próximo lunes (5) a la Asociación de Clubes, iniciando un itinerario que desembocará en su retiro de la divisional de elite del baloncesto argentino.
En realidad, esa circunstancia le pondría broche, y no precisamente de oro, a alguna situación que no es de ahora sino que, pese a la mejor buena voluntad, viene de arrastre y desde bastante tiempo atrás.
El presidente de los albos, ha sido sincero al plantear la cuestión. Y habrá que coincidir con él en que no se puede jugar con el patrimonio del club de Santa Fe 51 (no sabemos en rigor cuál es el estado en que se encuentra) y obrar racionalmente.
Es una pena, no cabe duda, que una entidad emblemática del deporte de los cestos deje la liga. Pero si impera en esto el sentido común, no puede menos que aplaudirse (aunque duela) la determinación.
PUNTO Y APARTE
Separamos un tanto lo que es aparente novedad de aquello que no lo es.
Se habla mucho, y desde siempre, de Bahía Blanca como capital nacional del básquetbol. Puede serlo, si cabe, desde la base que sustenta ese título: su notable competencia interna, vivificada últimamente incluso a nivel de la primera división local, justamente a partir del decaimiento de su notoriedad en el básquetbol que es profesional (el de la liga).
La ciudad deja de tener rótulo ostentoso (ese del que hablan los comentarios periodísticos) cuando de financiar la presencia en la alta competencia se trata. Entonces, ya no hay tal nivel; ya no hay empresas que auspicien a tono con los costos que la LN implica; ya no hay público, incluso, que masivamente respalde si no hay triunfos detonantes; ya no hay… sino buenos recuerdos. Pero, eso sí, que el dinero lo ponga otro.
Lamentablemente, es cierto, Bahía Blanca está muy lejos, tanto de La Plata como de Buenos Aires. Y no hay el respaldo que pueden tener representativos de otras provincias, sea a través de equipos de sus capitales o de plazas afincadas en sectores de alta producción y rentabilidad económica.
La redundante apelación a los buenos consejos, sugerencias e iniciativas de León Najnudel, el mentor y hacedor de la Liga Nacional, está muy bien, en tanto y en cuanto es el reconocimiento, válido, a un hombre que sentó bases para ciertas halagüeñas realidades.
No es casual que Emanuel Ginóbili, Alejandro Montecchia y José Ignacio Sánchez hayan llegado, los tres, a la cima. No subieron hasta allí por arte de magia. Hubo cimientos que permitieron que crecieran. Pero alcanzaron la cúspide, claro, cuando ya la ciudad no podía contenerlos en ningún equipo de aquí. Ni nada que se le aproximara.
Eran otras las épocas y muy otros los niveles cuando la otra trilogía, fundamental en el básquetbol bahiense –Atilio José Fruet, Alberto Pedro Cabrera y José Ignacio De Lizaso– hizo historia.
OTRA EPOCA… OTRA CARA
Situaciones totalmente diferentes generan realidades diametralmente opuestas. Hoy en día, ya muy pocas actividades le hacen culto al folklore lugareño. En el básquetbol, del que hablamos, quedó muy atrás la explosión que significó que vinieran americanos a jugar el torneo local de primera división. Se hace cuesta arriba traer jugadores de jerarquía para los equipos de liga. Y mantener presupuestos a tono con las exigencias de esa división.
Basta una prueba: El Nacional tuvo que ir a jugar a Monte Hermoso para tener algún respaldo extra. No le fue mal, pues ha sido la revelación del torneo que está en su etapa final. ¿Podrá mantenerse así y crecer es el interrogante?.
No puede evitarse otra consideración: en fútbol, el que más alto llegó, por méritos propios –Olimpo– se debate ante la incertidumbre que genera su bajísimo promedio
(0,967 hoy), que lo mantiene en descenso directo, a siete fechas del final del Clausura 2008 de la Primera A de AFA.
El brillo de la época de oro del básquetbol dejó paso a las dificultades de la era profesional y sus exigencias. El fútbol demanda, igualmente, planteles costosos para estar a tono. El negocio del espectáculo no admite medianías.
¿Está la ciudad en condiciones de ponerse a tono?. Lo de Estudiantes es un alerta. Lo de Olimpo, otro, muy evidente también.
Un cuarto de siglo atrás, por estos mismos días iniciales de mayo, teníamos que ver con lo que fue la primera Fiesta Nacional del Básquetbol. Trabajamos mucho para hacer realidad lo que era, desde siempre, el sueño de Bill Américo Brusa. ¡Qué lejos quedamos!.

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