sábado, 3 de mayo de 2008

LAS TORTUGAS SON LENTAS; LOS GOBIERNOS MUCHO MÁS

Nadie discute la figura Arturo Illia. Aún así, su gobierno fue quebrado por una de las tantas insurrecciones que procuraron encaminar el país y terminaron desviándolo cada vez más de un cauce con posibilidades de futuro con crecimiento.
Muy actual, por una evocación de los últimos días, ha sido el recuerdo del período de gobierno de Arturo Frondizi. El mentado desarrollismo que prometía naufragó en una de las revoluciones fuera de lugar que terminaron con el orden institucional. Fue aquel momento en que, entre 1962 y 1963, los militares “jugaron a la guerra, entre azules y colorados”
En cambio, la salida de Fernando De la Rúa, al que nadie recordará precisamente por su eficiencia, se materializó a través de la fórmula de sucesión que concluyó, tiempo después, en la asunción (tras la transición, con Eduardo Duhalde a la cabeza) del presidente Néstor Kirchner. Y la sucesión de diciembre último, con Cristina Fernández al gobierno (y limitadamente al poder, como está visto).
Podría abundarse en infinidad de ejemplos nacionales.
Sin embargo, no es ese el objetivo. Sí lo es señalar como pasan los gobiernos (nacionales, provinciales y municipales) y los problemas de antaño siguen sin solución y, lo que es peor, agravados con el paso del tiempo.
¿Alguna similitud con el orden local?.
Repásense algunos temas: transporte público de pasajeros; infraestructura urbana (agua, cloacas, pavimento); tránsito. Más en lo cercano: mercado de pulgas; cartoneros; corralito urbano, si se quiere; fisuras en viviendas de Ingeniero White; la polémica tasa ABL; y un etcétera que sería tan largo como todo lo anterior. Y como eso, tantísimos ejemplos más.
El Departamento Ejecutivo, muy ocupado en el lanzamiento de acciones innovadoras (Escuela Municipal de Gobierno, por caso), u obras faraónicas (como la nueva terminal de ómnibus) ha ido posponiendo concreciones mucho más que necesarias; al par que ha ido dilatando soluciones imprescindibles en el más corto plazo.
Han sido muy frecuentes los viajes hacia Buenos Aires. Incluso, como en el último, con compañía numerosa y anuncios, que siempre abundan, como golpes de efecto. La “mesa del agua” (vaya a saber con qué destino) ha sido uno de ellos.
El andar a la tortuga (con el que se ha vilipendiado con o sin razón en su momento a Illia; o en otro instante a De la Rúa, bien le cae al gobierno municipal de Cristian Breitenstein, el intendente de los buenos anuncios, algunos de ellos en compañía presidencial (recuérdese alguna visita de Kirchner).
Sólo a manera de ejemplo, bien vale insistir en dos casos concretos: ¿cuánto hace que se debate, entre idas y venidas del expediente) el tema de la licitación del transporte público de pasajeros. Cuando no han sido los “combos”, lo fue el caso de las monedas o las tarjetas (las recargables y de contacto; o el modestísimo Tarjebus en vigencia).
Mientras eso ha ocurrido, se venció, este miércoles (30) el subsidio otorgado a las empresas. Y eso obligó a prorrogarlo por 30 días más. ¿Se supone, con algún margen de seriedad deseable, que el asunto se resolverá en ese exiguo período?.
En la semana anterior, se dio término a la permanencia del Mercado de Pulgas en el sector de la Estación Sud. Como consecuencia, no hubo actividad para los feriantes. Y decidida, como sucedió, la instalación en el Parque Independencia, se obró nuevamente de apuro, obligando a registrarse (no está mal) a los puesteros; y apresurando trabajos que no se terminaron, en el lugar fijado. ¿Resultado?. En el primer fin de semana de mayo, el club Estudiantes albergaría el movimiento que el Mercado de Pulgas genera.
En tanto todo eso va transcurriendo, se acerca el final del convenio con Cliba para la recolección de los residuos; se demora, tras un buen proceso de construcción, la inauguración de la nueva terminal (se dijo que hubo algunas modificaciones al proyecto original, sin que se buscara la opinión de su realizador); y no hay siquiera atisbos de encarar algún plan de pavimentación (para el que con bombos y platillos se anunciaron fondos nacionales antes de la compulsa electoral de octubre). Las calles destrozadas son lo más parecido a una ciudad arrasada, en el que su asfalto (¿lo hay en realidad?) ha sido utilizado como blanco.
¿Qué arte y parte tiene en todo esto el parlamento lugareño, al que algunos culpan desde Alsina 65 por muchas dilaciones?. Seguramente no mucho más que las derivadas de las pujas políticas de “entre casa”. Pero mientras eso ocurre, la ciudadanía bahiense espera. Contra toda decepción. Las tortugas son lentas. Los gobiernos, mucho más.

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