domingo, 23 de noviembre de 2008

¿ME QUEDO, ME VOY, ME-PASO O VUELVO?


¡Panqueques!... el cierre de un buen menú para pocos comensales, sentados siempre frente a la misma mesa.


Que en política no está dicha nunca la última palabra es una verdad cercana casi a la de Perogrullo. ¿Por qué?. Porque casi, casi, cuando se escucha una “última frase” de un político, hay que estar pensando de inmediato cómo la va a acomodar, el mismo protagonista, cuando los circunstantes sean otros y no los que oyeron sus elucubraciones.
Es decir, para hacer un poco más simple: una cosa es lo que se dice; otra muy distinta lo que “se piensa”.
Por lo común, se pretextará que cambiaron las condiciones; las circunstancias. No se admitirá, por lo común, que el giro es sólo una cuestión de oportunismo. Total, la “gilada” compra.
Los giles en cuestión son aquellos que resultan destinatarios, involuntarios (o no) de los cambios de actitud de los políticos.
Hace un tiempo –algo más de un año– alguien molesto por ciertos procedimientos políticos, pegó el portazo y arrastró, en su decisión, a todo un grupo, identificado con el gesto.
Ahora, un poco aprovechando que la gente parece estar ya en otra cosa, por la cercanía con el final del año; las fiestas; y las vacaciones, que generan otras urgencias, el político en cuestión aparece suscribiendo un “documento” (¡bah, comunicado!) adhiriendo a la postura de otros por cuyas acciones dio el aludido portazo.
¿Cómo es la cosa?.
En el intermedio, hubo una manifiesta expresión de adhesión a la Coalición Cívica y la inauguración de un pequeño local (con cena incluida), que se presentó como una coherente manifestación de una posición madura, meditada y cosas afines.
Ha habido un vuelco, en materia de opiniones, y lo que un año y poco más atrás se presentó como un vallado imposible de superar (de allí la escisión) parece haber dejado de ser tal.
Está madurándose una nueva componenda con fines netamente electorales y, en estas instancias, todo “cae bien”: ¿me quedo, me voy, me-paso o vuelvo?. La cuestión es elegir, sobre todo para estar presente, en un lugar o en otro, a la hora de la repartija. No es cuestión de quedar en la necesidad de volver al llano y tener que rebuscárselas con un trabajo común, no político, cuando lo deseable es seguir aferrado al gasto público, que todos pretenden achicar, siempre y cuando, claro, la restricción presupuestaria no los comprenda.
El comunicado de respaldo al presidente del comité provincia de la Unión Cívica Radical lleva firmas entendibles… y de las otras.
Ya hemos dicho, en no pocas ocasiones, que cuando hay “consenso”, por lo común, los acuerdos son siempre en contra de otros y en beneficio de unos pocos, los de siempre.
La “gilada”, que no está en esa, y que no tiene por qué entender las maniobras de los que “siempre están ahí”, asiste, sólo eso, a otra demostración de aquello que sólo son ambiciones personales. El bien común es de otros tiempos, no éstos.

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