domingo, 4 de enero de 2009

CRISTIAN BREITENSTEIN: UN INTENDENTE CON CONVICCIONES TRANSFORMADAS EN ACCION




Figura muy positiva del 2008.

Año de transición, como todo el que sucede a una puja electoral con el máximo cargo ejecutivo de la ciudad en juego, el 2008 no fue, aún así, fácil en el orden político institucional de Bahía Blanca.
A la hora del balance –y aún dejando los números a un lado– una figura surge nítidamente. Y no es otra que la del intendente, Cristian Breitenstein, quien cumplió el primer año del mandato que ganó por las suyas, en los comicios de octubre de 2007.
Y señalarlo como el “número 1”, por dar algún título a una nominación que no es un premio (de los que abundan ahora), tiene justificadas razones. Pero una, fundamental, cual es su decisión, a la hora de abordar temas que sólo quedaron siempre en la carpeta de las “buenas intenciones”, sin que el gobernante de turno, en los 25 años de democracia, resolviera encararlos como lo exige la ciudad misma (aunque no sean muchos los que opinen y sean siempre los consultados).
El doctor Breitenstein ha tenido, cuanto menos, audacia, aún a sabiendas que arreciarían las críticas, por aquello tan común de encontrar siempre objeciones si se hace, aunque se reclame acción si ocurre lo contrario.
Unas “pocas” realidades confirman lo que expresamos.
Se inauguró la nueva terminal. Con fallas que se apreciaron de inmediato (y que están ahí, como a propósito para los “cascotazos”), pero está en marcha, después de tres décadas de espera.
Se licitó y adjudicó, después de muchas idas y venidas, el servicio público de transporte de pasajeros, con la experiencia previa del desembarco de una empresa foránea que, ahora, con una subsidiaria, será adjudicataria de tres de los cuatro combos del sistema. Quedará una sola compañía local, es cierto, pero no puede argumentarse que las demás no tuvieron posibilidades de acceder a alguna de las prestaciones sometidas a oferta.
Quiérase a no aceptar como aporte de significación, se hizo la peatonal Drago, entre O’Higgins y Avenida Colón. Está en vigencia.
No se titubeó y se licitó y adjudicó el servicio de recolección de residuos, con nueva concesión ya en pleno ejercicio.
Se avanzó en la ejecución de obras cloacales, siempre en anuncios y nunca llevadas a cabo, aunque sean, a esta altura, obviamente imprescindibles.
Está en marcha la remodelación de la estación civil Comandante Espora, otra obra largamente postergada.
Se vislumbran soluciones a dos rémoras: una, la terminación, vía de un fideicomiso, del monumento a la desidia oficial que supone la estructura de aquello que debió ser un centro cívico; otra, el cambio de sede del HCD, para sacarlo del inadecuado recinto del sexto piso de Donado 151, con su traslado al ex edificio de Rentas, en Estomba y Sarmiento.
“Pocas” o “unas cuantas”, según se quiera ver, fueron decisiones del intendente municipal. Que, como “frutilla del postre”, tuvo carácter (personalidad que le dicen) para afrontar el conflicto con los trabajadores municipales.
Redondeó una gestión positiva, reveladora de convicciones firmes. ¿Hará falta decir, acaso, que esa postura contrastó con la de los elegidos por el pueblo para representarlo?.
¿Si se traducirán, algunas determinaciones, en un costo político a pagar en el 2009, año de legislativas?. Nunca se sabe, pero sería deseable, eso sí, que lo afrontaran quienes pensaron demasiado en eso a la hora de ejercer su función parlamentaria. ¿Se entiende?.

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Cristian Breitenstein, el intendente de la ciudad. Una figura muy positiva en el 2008.

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