Antes del nuevo revés (Huracán 3, Olimpo 0) habíamos escuchado a Sergio Zabaloy. El responsable del fútbol profesional de la entidad aurinegro (sucesor en eso de Jorge Ledo) hizo una atinada autocrítica, si así puede decirse. Habló de una suma de errores pequeños que generó un error mayor. Y hasta allí habrá que coincidir con él en eso… y también en aquello de sacar “enseñanzas” para trabajar en el futuro.
Siempre existe la esperanza, afincada en el cambio de técnico, en el sentido de que alguna cosa puede cambiar, casi por arte de magia. Pero en este caso, aquello de “técnico que debuta gana” no se dio. Es que los males olimpienses van un poco más allá de la confusión que llevaba consigo Roberto Marcos Saporiti. No es el caso de cargar las culpas sobre el “Potro” que ha demostrado, cuanto menos, una buena voluntad a toda prueba.
No anduvo la cosa como sería deseable, más bien como expresión de deseos y no por convencimiento en que de la noche a la mañana (de una semana para otra) iba a aparecer el nuevo equipo.
Punto y aparte, cabría decir. Viene Colón de Santa Fe, el próximo sábado (26), a las 18.20, al “Carminatti”. Es una instancia más a cumplir, es cierto. Sin embargo, sería bueno pensar en que los 24 puntos que se pondrán en juego de aquí hasta el final no darán la posibilidad de eludir el descenso. Lo que no se hizo en 11 fechas no se hará en las que faltan. Por eso, aún a riesgo de parecer insólitamente derrotistas, convendría ir pensando en la Primera B Nacional. Dándole a Echaniz la oportunidad de elaborar su programa de trabajo, mirando, junto a Sergio Hernández, en lo que se tiene en casa. Lamentarse de lo otro puede significar que se empiece a elaborar un nuevo e imperdonable error.
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